19.Oct.2014 / 12:54 pm / Haga un comentario

El libro del paramilitarismo

Héctor Agüero

Las declaraciones oficiales dejando entrever nexos del paramilitarismo con el asesinato del dirigente Robert Serra coinciden con la aparición en Bogotá de «Guerras Recicladas» un denso libro fruto de una investigación minuciosa de la periodista María Teresa Ronderos quien describe con precisión los orígenes de este movimiento, su apogeo, sus relaciones con la oligarquía neogranadina y la violencia que engendra esta conducta.

Ahora que la señora Holguín, máxima representante de la diplomacia de la Casa de Nariño, va a encontrarse con Nicolás Maduro y con Rafael Ramírez valdría la pena que le obsequiaran un ejemplar de este libro para que tenga una idea cabal de esta deformidad social que azotó y azota a su país, Colombia, azota a Venezuela y está latente en nuestro continente como forma bestial de manejar la cosa política. Que no adopte (la niña Holguín) esa pose de picá de culebra cuando se diga que el paramilitarismo es un batío entre el ébola y el Estado Islámico, pero con partida de nacimiento colombiana. Igual valdría la misma recomendación para el asomao de Milos Alcalá, descarado defensor de la mentalidad y del actuar paramilitar cuando se menciona el vil asesinato del joven Serra. El mismo encargo se les podría hacer al grupito opositor que viaja con mucha frecuencia al vecino país para recibir instrucciones y billetes de parte del Pacificador Uribe y regresa para sembrar el mal y negar el derecho a la tranquilidad a nuestros compatriotas.
Sostiene la periodista que en la aparición y desarrollo del paramilitarismo convergieron múltiples intereses propios del contexto colombiano, a saber, el temor de políticos del interior a la aparición de nuevas formas política más fuertes y más legítimas que provenían de la izquierda desmovilizada, la resistencia de terratenientes (aún persiste) a cualquiera reforma de la propiedad de la tierra, la ideología de la Guerra Fría que tomaba la lucha contra el comunismo como pretexto para reprimir los movimientos sociales, el narcotráfico y su alianza con el Poder, la delegación del poder central hacia poderes locales a sabiendas que no eran eficaces, los evidentes nexos entre paramilitares y élites como señala entre, otros, la investigación de Arcoíris, de la Corte Suprema y de la Fiscalía, para sólo mencionar algunas, así como el vínculo de élites locales y militares locales.
Se le atribuye al Poder Central la responsabilidad de inflar el mito paramilitar de que fue una defensa legítima contra las guerrillas pero todos sabemos que fue una monstruosidad y la gran mentira del paramilitarismo fue hacer creer que eran necesarios. Un ejemplo ilustra esta situación: durante un quinquenio en los Montes de María, que queda a tres horas en carretera de Cartagena, se produjeron cincuenta y cinco masacres autoría de las Autodefensas Armadas de Colombia, AUC, nombre pomposo de los paramilitares o Paracos que arrojaron cientos de asesinatos y es de todos conocidos que el presidente de la república y toda la élite nacional van a descansar a Cartagena y nadie hizo nada, nadie los frenó, concluye la periodista en esta valiosa investigación.

 

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